Cuando nos enfadamos con alguien, creemos que nos enfadamos por lo que esa persona ha dicho o hecho. La Comunicación No Violenta (CNV) nos muestra una nueva realidad: lo que nos enfada realmente es aquello que nos decimos a nosotros mismos sobre lo que esa persona ha dicho o hecho.
Te invito a observar tus pensamientos la próxima vez que te enfades. Este es un primer paso clave en el proceso. Si te parece, puedes hacer uso de esta frase que ayuda a enmarcar el pensamiento como eso mismo, sólo un pensamiento «Me estoy escuchando diciéndome a mí mismo que…».
Una vez detectado el pensamiento, nos ponemos el sombrero de Sherlock Holmes con la idea de descubrir qué necesidad ha generado el sentimiento de enfado.
Nos dice la CNV que nuestras necesidades se manifiestan a través de los sentimientos. Siguiendo la huella de los sentimientos podemos conectar con las necesidades que están vivas en este momento. En este caso, el enfado es un sentimiento que la CNV clasifica como «despertador», nos revela que no estamos conectados a lo que realmente está pasando en nuestro interior.
Voy a ponerte un ejemplo mío para ilustrarlo más fácilmente.
- Contexto: Vivo lejos de mi familia, fuera de España. Tenemos un grupo de Whatsapp con mis padres y mi hermana.
- Ejemplo: Yo compartí algo en el grupo. Mi hermana no contestó ni hizo referencia a mi mensaje, y sí contestó a mensajes de mis padres anteriores y posteriores al mío.
Y sigo el proceso:
- Me siento enfadada
- ‘Me estoy escuchando diciéndome a mí mismo que’ mi hermana ignora mis mensajes y pasa de mí
- Detrás de mi enfado, descubro necesidades que se manifiestan como insatisfechas, necesito ser vista, escuchada y querida
- Ya no me siento enfadada, ahora me siento dolida y triste
Por tanto, detrás de tu enfado y de lo que te dices a ti mismo, hay una necesidad que busca ser satisfecha.
Como ves en mi caso, mi sentimiento cambió una vez me conecté a mis necesidades. Y probablemente estés pensando «¿Y por qué es mejor sentirse dolida o triste que sentirse enfadada?»
Recuerdo perfectamente cómo mi energía cambió entre el paso tres y cuatro, mi cuerpo más expandido y yo más serena. Emociones como la tristeza las llama Marshall Rosenberg dolor dulce. Es un dolor que me permite ser compasiva conmigo misma y que muestra claramente lo que necesito. ¡Sólo con esta consciencia de lo que necesito, puedo poner mi energía en buscar formas de satisfacer esas necesidades!
Y es que cuando estamos enfadados hacemos exactamente lo contrario, usamos la energía de una forma que nos aleja de lo que verdaderamente necesitamos.
Pruébalo y me cuentas. Únete al club de los Sherlock 🙂
Mónica Manzano
Divulgadora CNV