Nos centraremos en el ámbito educativo, en el profesorado, quienes, según Bonifacio Sandín, Jesús Esteras y Paloma Chorot, grupo de investigación de la UNED, argumentan que la profesión “no se reduce a las funciones didácticas y responsabilidades relacionadas con el proceso educativo en sí mismo, sino que implica una dedicación más personal y emocional que le infiere un carácter de profesión vocacional. Este aspecto, unido a la polémica relación que actualmente caracteriza las interacciones entre docentes y discentes, denota que los docentes podrían constituir un grupo particularmente vulnerable a sufrir burnout.”
Según ese mismo estudio, muchos son los factores que provocan esta situación desagradable, entre las que se encuentran las variables de personalidad, variables sociodemográficas y sobre todo factores propios de cada organización.
Si nos centramos en aquellas variables propias de cada organización, podremos encontrar factores comunes que justifican de forma resumida la necesidad de implementar un plan de bienestar en los centros educativos que ayudará a intervenir o prevenir el burnout en los profesionales de la educación.
El Bienestar en los centros educativos se puede definir como un estado alcanzado gracias a la interacción de un conjunto de variables que facilita el buen desempeño de la labor docente. A nuestro entender existen dos tipos de variables (internas y externas). Difícilmente se puede controlar las variables externas; ya que son impuestas por el Policy Maker, pero cada centro educativo sí puede controlar y cambiar los factores internos, y éstas son, entre otros, los conflictos en el aula y en el centro, la gestión emocional y regulación del estrés del profesorado, la exigencia al docente, las relaciones interpersonales con el claustro.
Si la organización cuida y busca la felicidad y el bienestar de su personal, tendrá éxito.
Impulsor del Bienestar Educativo