Estas 3 palabras me dicen mucho, muchísimo.
Somos grandes humanos al nacer, totalmente conectados con nuestras necesidades, con el momento presente, con el disfrutar del momento y vivirlo, sea cual sea. Pura intensidad humana.
Pasa el tiempo, los años…
Como adultos, con frecuencia, envidiamos la habilidad que teníamos cuando éramos niños de sumergirnos en el aquí y el ahora, de estar completamente presente, en ese tan satisfactorio Flow.
¿Y qué es lo que nos sucede?
Esto está bien, esto no está bien; nos aceptan, nos rechazan; gustamos, no gustamos; aprobamos, suspendemos; nos aman, nos ignoran; nos ensuciamos, nos caemos, nos dicen, fracasamos, nos chillan,…nos convertimos en un laberinto que cada vez tiene menos vías de escape.
Parece que alguien en algún lugar o todos nosotros al unísono hemos redactado unas reglas para ser un buen y correcto humano. Y así le vamos poniendo capas y más capas a nuestra esencia.
Mi intención con este post es que cada vez que te prives de mostrarte tal y como eres, o cómo te sientes, pienses en esas 3 palabras. PERMÍTETE SER HUMANO
Si te sientes alegre, está bien, si estás triste, está bien, si estás rabioso, celoso, enamorado, si tienes miedo, si sientes celos, envidia, admiración, también está bien.
Cuando te sientas abrumado por lo que la vida pone en tu camino, recuerda esta frase de Marco Aurelio: «Considera que todas las cosas que ahora ves, cambiarán dentro de muy poco y no serán más; y recuerda cuántos cambios y alteraciones en el mundo tú mismo ya has atestiguado en tu vida».
O hazte esta pregunta: ¿Esto será importante dentro de un año?
No es necesario tomarse las cosas tan en serio, con tanta gravedad, porque, de cualquier forma, son temporales. Esa es la realidad de la naturaleza, la temporalidad y el cambio constante.
Cuando vemos el panorama completo, que todo en la vida, incluyendo la vida misma, es temporal y efímero, es más probable que nos liberemos, nos relajemos y nos autoricemos sentir.
Todas las emociones son legítimas y todas tienen su función, nos enseñan cosas (aunque a veces no las queramos ver…)
Vamos a darnos a nosotros mismos, y a otros, el permiso de ser humanos, a reconocer y autorizar las emociones placenteras y dolorosas; a permitir que fluyan a través de nosotros, en lugar de rechazarlas.
Cuando rechazamos las emociones dolorosas, estas no solo se intensifican, sino que también estamos, sin darnos cuenta, rechazando las emociones placenteras que fluyen a través de nuestra única tubería emocional.
Permítete sentirlas: llora, ríe, enfádate, abúrrete, alégrate, ama, asómbrate, desea, horrorízate, interésate, diviértete…
Socia co-fundadora