Pedagogía de la muerte en el entorno familiar
La familia del Siglo XXI está caracterizada por la maleabilidad y su naturaleza poliforme, condicionada por representaciones sociales y culturales todavía tradicionales y que tensionan la diversidad familiar. La familia nuclear como modelo principal de familia está en proceso de desaparición. Tiene el reto de transformarse junto a una sociedad que lo requiere urgentemente. Su nuevo desafío consiste en un nuevo paradigma que nos lleve de la familia como contexto de seguridad y preservación de roles tradicionales, a la familia como contexto de crecimiento, formación y educación mutua.
En éste contexto nos encontramos con familias que necesitan un acompañamiento extra para afrontar la educación de sus hijos porque el sistema no les ofrece una formación pedagógica que les ayude a tomar conciencia de que, desde el momento de la gestación pueden condicionar el desarrollo de su hijo o, por el contrario, acompañarle en un proceso de apertura y sensibilidad crecientes.
Este hecho nos demuestra la escasa consideración de la familia como agente educativo. Esto nos lleva a cuestionarnos si puede que la familia sea el agente con más repercusión potencial en la educación –o adoctrinamiento– de los niños, y sin embargo el menos formado pedagógicamente.
Desde que nacemos, desde un enfoque socioeducativo, estamos condicionados por la educación que hayamos recibido durante nuestra infancia y adolescencia y ello condicionará los valores, conocimientos y actitudes para afrontar la compleja y apasionante tarea de educar a nuestros hijos. Sin duda, su educación empieza por la educación de los propios padres.
La educación en Pedagogía de la muerte se inicia en el ámbito familiar ya que es la institución de educación más natural y ecológica del niño, el contexto menos “agresivo” o “violento”. El niño, en el entorno familiar, se encuentra en actos potencialmente educativos en cualquier momento, sin necesidad de crear condiciones externas, responder a unas convenciones sociales implícitas o explícitas como las presentes en el entorno escolar. Es así que es necesario formar a familias y docentes en la muerte, las pérdidas y el duelo, un itinerario formativo que se inicia tomando conciencia de nuestra propia relación con la muerte.
¿Qué opinan las familias sobre la educación que tiene en cuenta la muerte?
Ilustración 1 DATOS DESCRIPTIVOS DE LOS RESULTADOS de la EMEA-P/M (n = 917)
Con diferencias significativas:
- Las mujeres (madres) tienen actitudes más favorables hacia la inclusión de la muerte en la educación.
- Las familias declaradas ateas son más favorables a la educación que tiene en cuenta la muerte que las católicas.
La Pedagogía de la muerte propone dos enfoques para abordar la muerte en el aula y el entorno familiar: uno previo a cualquier suceso que tenga que ver con la muerte o las pérdidas y otro posterior, cuando ya ha sucedido la muerte.
El enfoque previo – cotidiano, está basado en los momentos educables, donde suceden las conversaciones de forma natural y por lo tanto tienen un alto grado de educatividad. El objetivo es favorecer un crecimiento en conciencia y perspectiva crítica tanto del adulto como del niño utilizando por ejemplo los siguientes recursos:
– Viendo una película.
– Diálogo, conversación.
– Obra de teatro.
– Vacaciones en una zona abandonada.
– Visita a un museo.
– PÉRDIDAS PARCIALES (cambio de casa, pérdida de una mascota, separación-
divorcio).
El enfoque posterior se basa en el acompañamiento amoroso y compasivo, donde crear un clima de confianza, de escucha activa, de cultivar la Presencia y no juzgar. Requiere una visión de la muerte y las pérdidas de apertura y de expansión de la conciencia. Es gracias a un trabajo de autoconocimiento y autoindagación que podemos acompañar a otros. Abrirnos al dolor de los demás solo es posible si antes nos hemos abierto al propio.
Cuando ocurre una pérdida significativa tengamos en cuenta los siguientes puntos:
- No le mienta ni engañe respecto a la pérdida.
- No hacer como si no hubiese pasado nada.
- Déjele, si así lo desea su hijo, participar en los rituales de despedida.
- Intente situar la pérdida, junto a su hijo, en un lugar “simbólico”.
- No reprima sus sentimientos de duelo delante de su hijo.
- Respete que el ritmo de elaboración del duelo de su hijo puede ser distinto al suyo, y necesitar más o menos tiempo para aceptarlo.
- Déjele expresar a través de su propia creatividad los sentimientos que la pérdida le ha generado.
- Trate de, pasados unos días, volver a la rutina que tenía su hijo.
- Coordínese con la escuela o el instituto para hacer un seguimiento del acompañamiento en el duelo de su hijo.
- Establezca una comunicación positiva con su hijo.
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TERESA ESCOBAR
PEDAGOGÍA DE LA MUERTE