¿MOTIVACIÓN O DISCIPLINA? El mes de septiembre: ¿motivación o bajón?

Empezamos septiembre y con él, nuevo curso académico, nuevos retos, nuevas situaciones, personas nuevas también, un entorno diferente.

Para las que somos madres, y padres, nuestro 1 de enero es realmente el inicio del curso académico, ya que, aunque como actrices y actores secundarios iniciamos una nueva etapa. Volvemos a las rutinas, a los calendarios, los horarios, la agendas (escolares y laborales). Tras un tiempo de desconexión, de alejarse de esas rutinas y esa cotidianidad toca volver a la vida ordenada, y yo me pregunto, ¿qué nos hace falta para volver a la rutina felices? Y es que en este momento del año siempre escuchamos mencionar a la denominada “depresión post vacacional”.

¿Qué es la depresión post-vacacional?

Ante esto, propongo pararnos a pensar en lo siguiente ¿existe realmente?, ¿se trata de un estado de ánimo que deriva del ansia de no querer volver al trabajo, a la rutina, a las obligaciones…? E inevitablemente aparece la siguiente pregunta: ¿me gusta lo que hago en mi día a día?

La rutina, normalmente nos aporta tranquilidad, sabemos lo que va a pasar, y durante el curso académico necesariamente la vida está organizada, normalmente, para tener tiempo para obligaciones, ocio, dormir las horas suficientes, comer adecuadamente etc. o eso es lo que nos gustaría, ¿lo conseguimos?

Si nos fijamos en las metas que las personas se proponen cuando se inicia un nuevo año siempre suelen ser metas muy concretas: hacer deporte, dejar de fumar, hacer dieta… Estas cuestiones suelen estar siempre en los puestos “top” de los “propósitos de año nuevo”. Incluso encontramos hacia el puesto 10 “ser más felices”. En la mayoría de los casos estos propósitos, me refiero sobre todo a los primeros, se quedan solamente en eso, ¿por qué?

¿Motivación o disciplina?

Existe una gran confusión entre motivación y disciplina para conseguir nuestros objetivos. La motivación es aquello que nos anima, que nos empuja para conseguir algo concreto en un momento concreto. Es un estado de ánimo que nos ayuda a conseguir una meta, pero no se trata de algo que perdure a largo plazo. Ese estado de ánimo puede fluctuar. No todos los días son iguales, y hay que trabajar para intentar no desmotivarnos, porque no todo vendrá rápido, ni fácil, habrá días mejores y peores, habrá días en que estemos más cansados y otros más enérgicos, más negativos o positivos, o incluso con más o menos ganas. ¿Qué marcará entonces la diferencia? La constancia, y no hay constancia sin disciplina.

Mantener una actitud disciplinada hacia nuestro objetivo será lo que nos hará conseguir esa meta. No dejarnos vencer por esos días en los que no nos sentimos motivados. Si pensamos en un atleta que se prepara una carrera vemos esa clara diferencia.  Un atleta el día de la gran carrera estará motivado, la meta está cerca, casi la roza con los dedos, el final del reto está ahí, solo faltan unos minutos para alcanzarlo, y eso le motiva. Pero lo conseguirá sólo si las semanas o meses anteriores ha sido constante y disciplinado, si ha salido a entrenar, aunque lloviese, porque ese día le tocaba entrenar, si ha seguido una alimentación adecuada, aunque en esas semanas haya tenido oportunidad de no seguirla.

¿Cuál es mi meta y que tengo que hacer para conseguirla?

Pero tan importante es saber cual es, como fijarse una meta realista. Yo no debería fijarme como meta ganar una carrera si es la primera carrera en la que participo y hay personas mucho más experimentadas que yo, pero sí puedo pensar en un objetivo mío y personal: conseguir terminarla a tiempo.

Cuando una nueva etapa empieza aparecen nuevos retos y volviendo al principio, decíamos, nuevas etapas, nuevas persona, nuevas situaciones, y por lo tanto nuevos retos. Cómo los afrontemos dependerá de nuestra motivación, constancia y disciplina.

¿Por qué no me siento feliz cuando vuelvo a mi rutina en septiembre? ¿Debería de cambiar algo? Fíjate un objetivo, y a por él, la receta del pastel la tenemos, sólo falta cocinarlo.

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