Lo que (NO) decimos

¿Cuántas veces nos damos cuenta de que decimos mucho sin haber dicho realmente lo que queríamos decir? Y notamos una sensación de vacío, de falta muy grande por no haber sido sinceros del todo o por haber omitido lo que sentíamos por miedo a decir algo.

“Y sí se lo hubiera dicho que habría pasado?”

Una pregunta que no solemos hacernos, porque si nos la hiciéramos igual lo hubiéramos dicho.

Lo de no decir las cosas pasa mucho en las relaciones, entre aquellas entre amigos, jefes, parejas y sobre todo potenciales personas que nos gustan. Os acordáis de la película “Sliding doors”, muchas veces me he sentido como la actriz principal, interpretada por Gwyneth Paltrow y hay veces que hago experimentos para ver qué pasa si “lo digo” y os puedo asegurar que pasan cosas sorprendentes y bonitas.

¿Pero entonces por qué no decimos las cosas?

El tema tiene nombre y apellido y se llama “Riesgo”, el riesgo de asumirse una responsabilidad como aquella de decírselo mirando a esa persona en los ojos y de corazón decirle lo que sentimos tanto en lo bueno como para cerrar ciclos de nuestra vida.

En uno de mis momentos de “se lo tengo que decir” tomé ese riesgo y os puedo decir que ha sido una de mis mejores elecciones tomadas. Por ejemplo, mejoré la relación con mi equipo, no seguí teniendo trato con personas que no me apetecía estuvieran en mi vida, me gané el amor de un familiar que no sabía lo bien que lo estaba haciendo y mucho más. Básicamente conseguí ser coherente conmigo misma, y esa coherencia es la clave de nuestro bienestar personal.

En un entorno empresarial, la coherencia entre lo que decimos, lo que hacemos y lo que sentimos es uno de los factores de éxito del bienestar organizacional.

Ahora bien, ¿qué pasa en la mente de la otra persona?

Pasa que cambia su percepción de lo ocurrido y de lo que se imaginaba y la respuesta del interlocutor a menudo viene con otra pregunta: “no sabía eso. ¿Por qué no me lo has dicho antes?”

¿Y si, efectivamente por qué no lo habíamos dicho antes?

Porque tomar ese riesgo nos hacía por un lado más libres y por el otro quizás algo más vulnerables.

Sigo pensando que lo que nos bloquea todavía en la sociedad es algo más profundo. Y no se trata de decir las cosas, si no de reconocer que a menudo lo que sentimos es distinto de lo que contamos a los demás y a nosotros mismos. Y hay un riesgo mayor que es el de “enfermar” por incoherencia interna. El autoconocimiento es el mejor aprendizaje que podemos regalarnos en esa vida, así que cuidarlo y hacer un ejercicio diario de coherencia nos podría dar mayor satisfacción por estar haciendo algo que resuena más con nosotros mismos.

Desde SÜMASET en todos nuestros proyectos estamos convencidos y comprometidos en acciones que aporten bienestar social y personal (consulta en nuestro apartado  BIENESTAR PERSONAL)

Sara Michelle Delpiano

CONSULTORA Y COACH