La Pedagogía de la muerte: llave de paso a la consciencia de finitud


“Temes nombrar a la muerte, cual si sólo su nombre fuera cosa de augurio funesto. Sin embargo, mal puede haber
augurio funesto en lo que no hace sino expresar un acto de la naturaleza”.
Epicleto


La muerte es un fenómeno natural inherente a la vida. Sin embargo, se niega y oculta en la sociedad. Los hospitales se han convertido, desde su institucionalización, en los lugares donde albergar y desplazar tanto a la muerte como a los símbolos asociados a ella, como son la vejez, la enfermedad y el sufrimiento. De este modo, el ser humano puede protegerse ante la angustia o el miedo que le genere la muerte, posponiéndose su planteamiento.


A pesar de estar presente e incluso saturar el día a día desde los medios de comunicación, las películas, la
literatura, las pérdidas que un individuo tiene a lo largo de la vida, etc., la muerte es un tabú en la educación. Nuestras escuelas son el reflejo de esta sociedad, y hemos convertido la muerte en un tema tabú. La muerte es un suceso natural al que todas las personas se enfrentan alguna vez en la vida. No hay nada que nos iguale más que la muerte: es personal, intransferible, igualitaria, individualizadora y perpetuamente inminente. Por ello, resulta fundamental trabajar el duelo y la muerte desde las etapas más tempranas, aunque sea un tema que generalmente se evita o se oculta en los diferentes contextos educativos.


Una escuela que educa para la vida no puede hacerlo de espaldas a la muerte. Porque la muerte es parte de
la vida, y una parte muy importante. Por eso la formación integral que promovemos en nuestros centros
educativos tiene que ser coherente y responder a las necesidades de lxs alumnxs cuando sufren una
pérdida. No podemos mirar a otro lado si un niño o niña está triste porque ha perdido su mascota. Tampoco podemos recurrir a las ya famosas frases que viene utilizando esta sociedad para evitar hablar de la finitud de la vida.


Como docentes, profesionales de la educación y familias, tenemos el deber de dar respuestas pedagógicas
que fortalezcan emocional y moralmente a nuestrxs alumnxs. La finalidad es que desarrollen herramientas que les ayudarán durante toda su vida a procesar sus pérdidas.
Las respuestas a los interrogantes que se plantean alrededor de la muerte llenan de sentido la vida porque saber que la muerte existe, da sentido a la vida. La pedagogía de la muerte tiene que ver con buscar y construir el sentido de la vida.


QUÉ ES LA PEDAGOGÍA DE LA MUERTE

Definimos la Pedagogía de la muerte como un conjunto de PROPUESTAS METODOLÓGICAS, IDEAS,
HABILIDADES, ESTRATEGIAS Y ACTITUDES que permiten a los niños y a las niñas dotarse de HERRAMIENTAS INTELECTUALES Y EMOCIONALES para aproximarse a la comprensión de la fragilidad humana, de su
vulnerabilidad y así poder vivir dando un sentido a la vida ajustado a su verdadero valor.
Es importante destacar que la muerte no solo existe cuando perdemos a alguien, a lo largo de la vida vivimos pérdidas de amistades, de dinero, de mascotas, de casas, de ciudad, etc. La vida en si es una continuidad de pérdidas y ganancias.


El duelo es un proceso doloroso que podemos experimentar ante una pérdida, ya sea de un ser querido, de una relación amorosa, de un lugar que amamos, un trabajo, etc. Afecta a la persona que lo sufre tanto a
nivel psicológico como en su comportamiento. Es posible que, en algunos casos, es tal el sufrimiento y la incapacidad de aceptar la situación, que es necesario acudir a terapia psicológica para recuperar el bienestar. Poder expresar cómo nos sentimos proporciona seguridad, confianza y libertad para que el otro también se exprese. Es un proceso difícil, pero si nos damos tiempo, las personas somos capaces de reponernos, somos resilientes.


El duelo, es un proceso normal de elaboración de una pérdida para adaptar y armonizar nuestra situación interna y externa a la nueva realidad, y continúa aun cuando todo acabe. Es una experiencia perturbadora, porque provoca dolor y sufrimiento, pero aceptable y susceptible de posteriores aprendizajes emotivocognoscitivos y de posible madurez emocional.
Una pérdida tiene un carácter didáctico, porque genera aprendizajes, siempre que lleguemos a aceptarla.


Elaborar el duelo implica ponerse en contacto con ese vacío que nos deja una pérdida, valorar la importancia de lo que hemos perdido y soportar el sufrimiento y la frustración que comporta su ausencia.


Hay que tener en cuenta que, para introducir la muerte en el ámbito educativo, lo esencial es partir de todo lo que el niñx pida o necesite desde su vivencia, no desde lo que el adulto interprete desde su visión, que no suele ser óptima. Muchas veces es inevitable hablar de la muerte, ya sea de una planta, un animal, aunque sea mal, de forma casual o espontánea, por parte de personas que no son profesionales de la educación o
por profesionales que carecen de la reflexión o preparación necesaria. Los adultos realimentamos a la siguiente generación con nuestras creencias, tabúes o miedos y esa espiral evolutiva no se eleva, porque repetimos errores de generación en generación.


ENFOQUES DE LA PEDAGOGÍA DE LA MUERTE


La temática del sufrimiento en general y de la muerte en concreto puede enfocarse desde dos vertientes:

  • Una vertiente, que llamaremos pedagogía del duelo, que busca dar herramientas para minimizar el efecto
    de desconcierto que provoca la pérdida y el sufrimiento.
  • Otra vertiente, que llamaremos pedagogía de la muerte, que facilita la conciencia de la muerte como una
    presencia que llena la vida de sentido y de valor.


La pedagogía de la muerte, como la educación para la vida, como la educación sexual, como la educación para la paz…, afecta de lleno a la escuela. Hemos construido una sociedad de la acción, la producción y el consumo que busca básicamente la gratificación en el tener. Nuestra autoestima depende del hecho de sentirnos competentes, productivos y útiles. La Pedagogía de la muerte puede contribuir a la redefinición de
valores vitales que orientan las acciones humanas.


El contenido de los programas de educación sobre la muerte y el morir puede abarcar desde la discusión sobre una mascota en el aula de jardín de infancia hasta el estudio de la muerte humana, el entierro y el
duelo a medida que los niños crecen. Evidentemente, lxs niñxs no perciben la muerte como los adultos, pero
la sienten, la padecen y, por tanto, viven el proceso de duelo. Además, aunque las personas mayores queramos omitir la realidad del fallecimiento de un ser querido, lxs niñxs se percatan de que, ante un hecho de estas características, no nos comportamos «con normalidad». Es decir, saben que algo que no es bueno
está pasando y que no se quiere hacerles partícipes de ello. Debemos recordar que mentir a los niños y a los
adolescentes y que ellos acaben descubriendo la verdad puede conllevar una fuente de desconfianza hacia
el adulto y, además, darles a sobreentender que las manifestaciones de dolor no están bien vistas
socialmente, lo cual les puede incitar indirectamente a esconder, taponar y aguantar sus emociones.


Como sociedad occidental, estamos viviendo, así, una falta de consciencia respecto a la finitud humana,
donde el único ser vivo que tiene conocimiento de su existencia, la omite. Asimismo, estamos de acuerdo
con Esquerda y Agustí (2010), Rodríguez Herrero, Herrán y Cortina (2015a, 2015b) y Colomo (2016), quienes
abogan que es necesario comprender que abordar la muerte es todo un reto, un tabú moderno que se debe
romper para normalizar el contenido afectivo que tiene el fin de la vida para cualquier persona. Es decir,
socialmente no estamos preparados para afrontar la muerte y, por este motivo, es un reto difícil y, a su vez,
necesario de abordar desde la escolarización obligatoria.


EL ABORDAJE DESDE LA DOCENCIA


Los docentes que deciden trabajarlos como contenidos transversales del currículum, se encuentran ante un
cuestionamiento y una reflexión propia de su estado emocional, de sus creencias, de su experiencia, de sus
miedos, de sus incertidumbres, de sus duelos personales, etc. Consecuentemente, el hecho
de tratar la finitud humana en el aula requiere un esfuerzo cognitivo y emocional por parte de los profesionales de la educación.


La enseñanza del contenido de la muerte como parte del ciclo vital del ser humano permitirá a los alumnos buscar un sentido a sus existencias de forma paulatina. De este modo, irán apartando las preocupaciones
más superfluas para centrarse en aquello que es realmente importante. La pedagogía de la muerte es un tema complejo que exige abordar educativamente la finitud humana desde la escuela.

Dicha temática como fuente de sabiduría sobre la vida debe tratarse siempre y cuando se aborde desde el respeto, la conciencia y la tolerancia. Se trata de romper con la clásica mentalidad negativa sobre la muerte, que la concibe como un
sufrimiento y un fin sin sentido. Si se abordara el tema pedagógicamente y se tomara conciencia progresiva de la finitud humana, se podrían obtener resultados terapéuticos. Asimismo, se debe considerar que, a largo plazo, un duelo mal resuelto puede comportar problemas como depresión, estrés, ansiedad, etc.


Elizabeth Kübler-Ross (1992, 2013) alegó que se debería preparar a los niños para la muerte antes de experimentarla. Además, tener la oportunidad de anticipar la desaparición de un ser querido es uno de los factores de protección que el entorno puede propiciar para, así, potenciar un duelo positivo en el menor
(Díaz Teba, 2004; Fernández Hurtado, 2013). Anticipar el concepto de muerte nos permite dar la oportunidad a los niños de aprender cosas sobre ella sin tener que gestionar, a la vez, todas las emociones
que comportan el duelo. por la necesidad de diseñar un programa pedagógico preventivo y normalizador
sobre la muerte para abordar este acontecimiento antes de que suceda. De este modo, los niños tendrán más herramientas para afrontar el conjunto de emociones que se desarrollan a partir de una pérdida afectiva. Sería muy importante diseñar un programa pedagógico preventivo sobre la muerte.


EL CUENTO COMO RECURSO


Existe, por ejemplo, una amplia variedad de cuentos que permiten trabajar la pedagogía de la muerte desde que los niños son conscientes de que esta existe, aunque no conozcan sus consecuencias plenamente.


Colomo (2015, 2016) añade que dichas narraciones sirven para reflexionar sobre las experiencias de cada uno, para reconstruir el mundo interno de las personas y, a su vez, aumentar la confianza mediante la identificación con los personajes que aparecen en ellos. Además, el mismo autor afirma que el lugar ideal
para tratar los cuentos es el aula escolar, ya que se trata del sitio de «ensayo para la vida».
A través de los cuentos, nos permitimos una mirada cercana y amable al misterio de lo desconocido, ayudándonos esto a entender, desde lo simbólico, la incomprensible a priori realidad de la ausencia del ser
querido. Los cuentos y metáforas contienen claves de sabiduría para transitar el camino de la vida, mensajes
profundos acerca del nacer, del vivir y del morir, y lo hacen a través de una infinitud de personajes míticos, tales como dragones, princesas, viajeros aventureros, guerreros o ladrones. 


No nacemos preparados para la pérdida, por lo que aprendemos las claves para transitarla y crecer a través de ella mientras recorremos la vida. Al mismo tiempo, dichas claves residen en un lugar profundo dentro de
nosotros, y a veces sucede que de pronto descubrimos una de estas valiosas claves; otras, las aprendemos con cada nueva experiencia de vida. En este proceso de aprender y descubrir, lo simbólico resulta incluso de más ayuda en determinados momentos que la dimensión lógico–conceptual. Para adentrarnos en el
laberinto de la vida contamos con un conocimiento profundo al que todos tenemos acceso; una de las formas de acceder a dicho conocimiento es, sin duda, a través de los relatos, los mitos y los cuentos.


EL ABORDAJE DESDE LA FAMILIA 


Lxs niñxs necesitan ver que en casa se habla abiertamente de lo que cada uno siente, y en el aula también. Y para eso familia y escuela necesitan estar conectados y en sintonía.

Según cómo sus adultos gestionen estas emociones se creará un entono para el niño —que es una esponja— lleno de miedo, u otro en el que se
habla y se van gestionando las emociones poco a poco. Desde un enfoque socioeducativo, la educación que hayamos recibido durante nuestra infancia y adolescencia condicionará los valores, conocimientos y actitudes para afrontar la compleja y apasionante tarea de educar a nuestros hijos. Sin duda, su educación empieza por la educación de los propios padres. En mis formaciones, talleres y charlas profundizamos en todos los aspectos educativos de la consciencia de
finitud, de las pérdidas, los duelos y la muerte.

En SÜMASET trabajamos para ofrecerte el mejor servicio para tu organización en materia de bienestar, desarrollando programas específicos para capacitar a los líderes de hoy y del futuro. Consulta todos los talleres, formaciones y proyectos que podemos hacer por ti. Llámanos al +34 628 71 80 31 y te ayudamos.

TERESA ESCOBAR

PEDAGOGÍA DE LA MUERTE