Ikigai: El santo grial de la felicidad

 

  1. ¿Cuáles son nuestros puntos fuertes? ¿Qué podemos hacer mejor que cualquier persona?
  2. ¿Qué necesita el mundo? ¿Qué hemos visto que falta y ayudaría a resolver algún problema existente?
  3. ¿Cuál es nuestra pasión y qué disfrutamos haciendo?
  4. ¿Qué nos permitirá ganar lo suficiente para comer?

 

Según Héctor García Puigcever y Francesc Miralles, autores del libro “Ikigai: Los secretos de Japón para una vida larga y feliz”, responder estas cuatro preguntas nos ayudará a encontrar nuestro “Ikigai”, ayudándonos a conectar con nuestro propósito, con nuestra razón de ser.

Ikigai es la palabra japonesa que se utiliza para describir tener un propósito, una meta, una razón para vivir. De hecho, Ikigai está formado por  ‘’iki’’ que es un fragmento de la palabra ‘’ikiru’’ que es el verbo vivir, y ‘’gai’’ que significa deseo, no en el sentido terrenal, sino en el sentido de llenarnos.

La primera vez que la escuché me maravilló saber que existía una palabra para referirse de forma específica a ello y sentí curiosidad por profundizar en su significado. Conforme fui descubriéndolo, me cautivó por la afinidad con otros conceptos e ideas con los que desde hace ya bastante tiempo me siento en sintonía.

Los autores del libro nos cuentan cómo a partir de las investigaciones en la isla de Okinawa, pueblo de Japón donde viven algunas de las personas más longevas del mundo, confirmaron que el secreto para tener una vida larga y feliz está en tener un Ikigai: tener un objetivo claro sobre nuestra existencia y dedicarle tiempo y energía.

Si realmente encontramos nuestro Ikigai, nuestra raison d’ etre, entonces lo más seguro es que sin importar cuántos años tengamos no queramos retirarnos, y ahí es donde está la clave para vivir más. Porque para poder seguir viviendo hace falta una razón para querer seguir viviendo.

Si bien, la clave del Ikigai va más allá de tener claro qué queremos hacer. Se trata de ser capaz de conectar con aquello que nos apasiona y que conecta con nuestro verdadero ser, poniendo nuestros talentos al servicio de los demás, generando valor, resolviendo problemas y/o generando bienestar a los demás.

Y es precisamente esa trascendencia que va más allá de nuestro propio bienestar y beneficio, lo que aporta la plenitud y nos ayuda a alcanzar la felicidad.

¿Por qué?

¿Y por qué es tan crucial ser capaz de conectar con nuestra misión, con nuestras fortalezas y nuestros talentos y ponerlos al servicio de los demás?

Algunos lo llaman “El elemento” (ken Robinson) y nos cuentan cómo descubrir nuestra pasión lo cambia todo.

Otros describen el poder que tiene conectar con lo que realmente disfrutamos y poder así alcanzar ese estado de Flow que nos hace perder la consciencia del tiempo y elevar nuestra capacidad y nuestros resultados hasta límites insospechados (Mihaly Csikszentmihalyi).

Otros hablan de la importancia de “Comenzar con un fin en la mente” (S. Covey), como el primer paso para lograr la efectividad y el bienestar, a nivel personal y profesional.

Con independencia de cómo lo llamemos, existe consenso a nivel universal a la hora de considerar que dotar de sentido nuestra existencia, tener un para qué de lo que hacemos que conecte con nuestro ser y nos haga vibrar es el motor más potente a la hora de movilizarlos hacia la acción y ayudarnos a gestionar las adversidades propias del día a día (incluso ante dificultades inimaginables, cómo nos trasladaba Victor Franckl al relatarnos sus experiencias en “El hombre en busca de sentido”).

Y es que cuando las personas disfrutamos con lo que hacemos y además podemos desplegar nuestras fortalezas aportando valor, nos convertimos en nuestra mejor versión y logramos resultados excelentes y ello no sólo repercute a nivel de motivación y desempeño, sino que, evidentemente, se traduce en un mejor bienestar y felicidad.

De ahí a la importancia que concedemos desde disciplinas como el Coaching a alinear todo proceso de cambio y de acompañamiento con una POTENTE VISIÓN que realmente tenga SENTIDO para la persona que va a iniciar el proceso, que tenga un verdadero PARA QUÉ que le motive y le conecte con QUIÉN ES (con sus valores, su propósito) y con QUIÉN QUIERE SER, y le permita desplegar su potencial y poner en valor sus TALENTOS.

Vivir con sentido y que lo que hagamos tenga sentido en coherencia con nosotros y con nuestro propósito, nos ayuda a solventar esas dificultades propias del día a día y a no perder el rumbo cuando estamos navegando en aguas turbulentas. Nos aporta ese rallo de luz para levantarnos cada mañana, aunque nos falten las fuerzas y las ganas, nos aporta ese “para qué” que nos recuerda que cada movimiento nos acerca a nuestro destino y que las dificultades forman parte del camino y tienen su razón de ser.

En el mundo en el que nos movemos y en el momento actual que estamos viviendo, dónde cada día más personas se sienten desconectados y perdidos y dónde la fuga de talento y la Gran Renuncia están a la orden del día, considero de vital importancia facilitar que las personas puedan conectar con su Ikigai, y que desde las organizaciones seamos capaces de alinear la visión, los valores y los objetivos empresariales con los individuales, para así lograr ser organizaciones más competitivas, sostenibles y saludables.

¿Y cómo podemos hacerlo en la práctica?

  • Facilitando que las personas identifiquen sus fortalezas y su propósito.
  • Rediseñando los puestos de trabajo para las personas puedan desplegar al máximo su potencial y su talento.
  • Realizando una adecuada asignación persona-puesto, colocando a cada persona “en su lugar”: aquél dónde pueda brillar, disfrute y sea su mejor versión.
  • Creando las condiciones óptimas en el entorno laboral para que las personas puedan liberar su potencial, crecer y poner su talento en acción.
  • Potenciando las relaciones entre personas, como una de las principales fuentes de bienestar y antídoto ante el estrés y la ansiedad (vivir en comunidad es una de las claves de la felicidad de los habitantes de Okinawa).
  • Alineando visiones, valores y objetivos.

 

“Encuentra un trabajo que te guste y no tendrás que trabajar ni un día más de tu vida”

 Confucio

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SOFÍA RODRIGO

COACH TALENTO BIENESTAR