Gracias, Gracias, Gracias

“El corazón que da gracias es feliz, porque no podemos sentirnos agradecidos e infelices al mismo tiempo. Cuanto más agradecemos, más nos sentimos agradecidos” (Dr. Mark Hyman)

Estos días pasados en los que rememorábamos a todos nuestros seres queridos que ya no están entre nosotros, el día de Todos los Santos, me acordaba de una de las prácticas que me hizo en su momento el poder calmar el dolor de la muerte de mi padre, la práctica de la gratitud. Es imposible poder describir la tristeza, la angustia, la incertidumbre que uno puede tener.  

 Yo, al igual que mis hermanos estábamos muy unidos a él, y fue un shock su muerte repentina tras un cáncer fugaz. El poder trabajar el agradecimiento de haberlo tenido como padre, el agradecer todos los buenos y sabios valores que nos transmitió, el gran talento con el que nos impregnó, su humildad, su generosidad, su humor, su amor por el arte y el saber,… entre otras muchas cosas, hizo que poco a poco fuera transformando el dolor en gratitud.  Es en esos momentos, que perdemos a los seres queridos, cuando nos planteamos lo ideales que fueron, no vemos fallas, solo vemos lo bueno, lo justo y el amor que nos entregaron; así que la vida es una oportunidad para entregar amor.

Es por esto que hoy quiero hacer un paseo por lo que es ser agradecidos, sentir gratitud y dar las Gracias.

“Si yo pudiera enumerar cuánto debo a mis grandes antecesores y contemporáneos, no me quedaría mucho en propiedad” (Johann Wolfgang von Goethe)

Hay mucha alegría en recibir, pero una alegría aún mayor en agradecer el don o beneficio que se nos ha dado. Si no somos escasos pidiendo, menos deberíamos serlo recibiendo y agradeciendo… Una de las formas privilegiadas de agradecer lo que recibimos, es retribuyendo a la vida ayudando a otros. El filósofo chino Lao-tsé, expresaba que: «El agradecimiento es la memoria del corazón«.

La gratitud no solo es la más grande de las virtudes, sino la que engendra todas las demás, nos decía el político y filósofo y escritor romano Marco Tulio Cicerón. 

El agradecimiento es el fundamento de la generosidad.

Somos generosos si sabemos y sentimos que aquí y ahora, en este lugar y de esta forma, la vida nos está dando todo lo que necesitamos: ojo, no todo lo que queremos. Solo se puede ser generoso auténticamente cuando se está contento y agradecido con lo que se tiene. Es por esto que debemos agradecer todos los días que estamos vivos. Cada día al levantarnos por la mañana el mensaje que damos en mi casa con mis hijos es: “Qué bien qué estoy vivo”.

Es necesario tomar conciencia de lo improbable que es recibir todo lo que recibimos, cada día, a cada momento. De la consciencia de las pequeñas maravillas que suceden cotidianamente, aflora la gratitud. La práctica de la gratitud es una manera de hacer un cambio actitudinal y emocional hacia lo positivo.

Como dice Raimon Samsó: Hay dos clases de gratitud: la condicional y la incondicional. La primera consiste en sentirse bien cuando las cosas salen como uno espera. Como no siempre es así, acaba siendo una emoción esquiva y poco duradera. La segunda consiste en una actitud y un hábito de vida, sentirse bien sin que haya ocurrido nada especial; es decir: estar agradecido por todo y por nada a la vez. Y al no estar condicionada por ningún otro acontecimiento, esta actitud es la precursora de la felicidad y el éxito personal en la vida.

Una gran cantidad de trabajos recientes han sugerido que las personas que son más agradecidas tienen un mayor nivel de bienestar subjetivo (Wood, A; Stephen, J. & Linley, A., 2007). Las personas agradecidas son más felices, se sienten menos deprimidas, menos estresadas y más satisfechas con sus vidas y sus relaciones sociales, señalan. Las personas agradecidas también tienen mayores niveles de control de sus circunstancias, crecimiento personal, propósito en la vida, y aceptación de uno mismo. Las personas agradecidas tienen formas más positivas de lidiar con las dificultades que experimentan en la vida, siendo más propensos a buscar ayuda de otras personas, a reinterpretar y aprender de la experiencia, y a dedicar más tiempo a la planificación de cómo lidiar con el problema. 

Numerosos estudios sugieren que las personas agradecidas son más propensas a tener niveles más altos de felicidad y menores niveles de estrés y depresión. De uno de estos estudios, el que tuvo más efectos a largo plazo fue el de escribir “diarios de gratitud”, donde se pidió a los participantes que anotaran todos los días tres cosas por las que estuvieran agradecidos. Las puntuaciones de felicidad de estos participantes también aumentaron y continuaron aumentando a medida que se realizaban exámenes periódicos después del experimento. De hecho, se encontró que los mayores beneficios por lo general solían ocurrir aproximadamente seis meses después de comenzar el tratamiento. Este ejercicio tuvo tanto éxito que, aunque a los participantes solo se les pidió seguir con el diario durante una semana, muchos de los participantes continuaron realizándolo mucho tiempo después de que el estudio había terminado. Se han encontrado resultados similares en estudios de Emmons and McCullough (2003) y Lyubomirsky, et. al. (2005).

Shinran (2010), el fundador del budismo Shin, cree que el agradecimiento debe ser la base de la fuerza que mueve a la vida. Ese despertar y esa consciencia, transforman nuestra manera de vivir, de estar con la gente, y con todas las cosas. El agradecimiento, señala, es una manera de partir al ego, es decir, de ser más espirituales.

Tan bueno es ser agradecido con los demás como con uno mismo.Conlleva dar sentido a la propia vida, entender los momentos difíciles y darles importancia en la trayectoria vital, incluso en el caso de traumas o enfermedades graves, pues ayuda a tomar conciencia de que pese a todo ocurren por algo o con una finalidad, aunque sea la de mejorar nuestra supervivencia

Hay canciones fabulosas como la de Violeta Parra, que canta «gracias a la vida que me ha dado tanto». Siempre surge la ocasión para hacerlo. O libros como “El efecto gratitud”, de John Demartini, y películas que también tratan y reflejan la práctica de la gratitud como ‘Qué bello es vivir’, de Frank Capra

“Cuanta más gratitud sientas, más feliz serás y tu vida cambiará más rápido” Rhonda Byrne

Los psicólogos Emmons y McCollough estudiaron las consecuencias de la gratitud y acabaron concluyendo que tiene profundos efectos en el bienestar físico y también emocional de las personas. En su estudio analizaron las muchas formas de expresarla, como, por ejemplo:

  •  Con una nota personal.
  •  Comparándose con gente que tiene problemas graves.
  •  Dando simplemente las gracias.
  •  Controlando mentalmente los pensamientos negativos.

Y descubrieron que las personas que hacían de esta actitud un hábito de vida se sentían más saludables, más optimistas y más felices con sus vidas. Otros investigadores llegaron a la conclusión de que este hábito mejora las relaciones con las personas y propicia el altruismo. Además de ayudar a superar el estrés y las actitudes negativas. Pero uno de los frutos más importantes de la gratitud es que contribuye a generar felicidad.

Las personas más felices sienten gratitud por todo y por nada en especial. No necesitan razones concretas (aunque si se ponen a buscarlas, la lista de motivos es inacabable). Viven instaladas en reconocer lo bueno que tienen por el simple hecho de estar vivas, al margen de lo que les sucede.

“Lo que separa el privilegio del derecho es la gratitud” (Brené Brown)

Oda a las gracias. Pablo Neruda

Gracias a la palabra que agradece,
gracias a gracias
por
cuanto esta palabra
derrite nieve o hierro.

[…]

Está entendido, no
lo llenas todo,
palabra gracias,
pero
donde aparece
tu pétalo pequeño
se esconden los puñales del orgullo,
y aparece un centavo de sonrisa

Desde SÜMASET en todos nuestros proyectos estamos convencidos y comprometidos en acciones que aporten bienestar social y personal (consulta en nuestro apartado  BIENESTAR PERSONAL)

Raquel Valero

EXPERTA PROCESOS DE BIENESTAR