EL FUTURO DE LA HUMANIDAD: ¿Estamos preparados?
El futuro de ciencia-ficción que los futurólogos venían advirtiendo desde hace varios años, ha llegado. Mark Zuckerberg acaba de lanzar «Meta». Que el asombro y la adrenalina que lo que Meta y el «Metaverso» implican e implicarán NO nos sobrepase.
Diario La Tercera (Chile). 29 de octubre de 2021: «Mark Zuckerberg revolucionó el mundo virtual con Facebook, luego continuó incorporando otras redes sociales como Instagram y WhatsApp. Pero no se detiene. Ahora busca crear mundos paralelos.»
Diario El País (España). 29 de octubre 2021. Actualizado 30 de octubre de 2021: » ‘Metaverso’: el mundo virtual donde Zuckerberg quiere que compres, te diviertas y trabajes. El fundador de Facebook fía el futuro de su imperio, inmerso en una enorme crisis reputacional, a un proyecto visionario que pretende superar el internet de las pantallas.»
Efectivamente, ha sido la gran noticia a nivel mundial este pasado viernes 29 de octubre de 2021. Mark Zuckerberg acaba de lanzar «META». Mucho más allá de un cambio en el nombre de la empresa Facebook, esto implica para el consumidor «elementary» de tecnología, el aterrizaje de un futuro de ciencia-ficción que hasta el momento lo habíamos visto solamente en películas de dicho género cinematográfico.
Al estilo del eminente físico teórico Michio Kaku, autor de interesantes libros como «El Futuro de Nuestra Mente» y «El Futuro de la Humanidad», el mundo podría estar ante el aterrizaje de algo que comienza a «cruzar las fronteras de la astrofísica, de la inteligencia artificial y de la tecnología».
Así, debo confesar que el anuncio de Mark Zuckerberg no me ha sorprendido en contenido, aunque sí en momento de llegada y aquí es donde lejos de alegrarme, ha provocado en mí una sensación de preocupación. Justamente por el «momento de vida» en el que la humanidad se encuentra ahora mismo.
Si bien varios expertos lo venían anunciando desde hace muchos años y hasta en ciertos lugares del planeta esta tecnología potente -de ciencia ficción como la llamo- ya es parte de sus días, el anuncio me ha conducido a detenerme en la reflexión sobre cuán preparada está la humanidad, sobre todo en las Américas y especialmente hablando de padres de familia, educadores y cuidadores, para preservar el bienestar mental de niños y adolescentes de la generación actual -y generaciones futuras- ante el «fulgor» de los avances tecnológicos y la velocidad con la que se nos están imponiendo. ¿Cuestión de supervivencia?
«NO TODO LO QUE BRILLA ES ORO»
Por una parte, a nivel global, en los terrenos tanto corporativos como educativos, se habla mucho de cómo la pandemia del COVID-19 está ocasionando estragos en la salud mental de la población. Se ha hecho hincapié en la inestabilidad emocional provocada por los confinamientos y el distanciamiento físico, no se diga por atravesar la enfermedad y sus consecuencias en el mismo cuerpo. Por otra parte, los neurocientíficos advierten que le están siguiendo la pista a los cambios en la estructura morfológica del cerebro de niños y adolescentes con una sobre-exposición a las pantallas y a la virtualidad. Y en este punto, aparece Mark y su super «Metaverso», con el que ha asegurado que «va a cambiar el mundo entero».
EL PUNTO DE EQUILIBRIO: DONDE SE CRUZAN CURIOSIDAD, ASOMBRO, ALFABETISMO DIGITAL, CONSUMO DE TECNOLOGÍA Y BIENESTAR EMOCIONAL Y SOCIAL
Hace un tiempo escribí un artículo publicado en Linkedin donde mencionaba que la tecnología implica un aporte al desarrollo. Así lo creo puesto que, como históricamente se ha visto, la evolución tecnológica ha supuesto una contribución a la evolución humana. Sin ir tan lejos, basta darle una mirada a la publicación de BID LAB (el laboratorio de innovación del Banco Interamericano de Desarrollo), titulada: Emprendimientos tecnocreativos: Creatividad y tecnología, ¿aliados o enemigos?.
En la publicación citada se menciona, por ejemplo, que «a pesar de que el campo de la ciencia de datos es relativamente nuevo en la región, hay un enorme potencial para empresas y jóvenes profesionales para desarrollar cada vez más aplicaciones para la vida real y los negocios.» Se añade que, «en Latinoamérica, el buen manejo de la Data puede significar el motor del progreso, la innovación y su participación en la economía global. Asimismo, cada vez más gobiernos colaboran con empresas de Data para crear iniciativas que ayuden a reducir la corrupción, mejorar los servicios de salud y reducir la violencia en las ciudades, como es el caso de Brasil, Perú y Argentina.»
Según la publicación, en Colombia se desarrolló otro buen ejemplo: Amis, «la primera herramienta tecnológica antibullying del país. Basada en la inteligencia artificial, recolección y análisis de datos, Amis identifica y mide los conflictos escolares. Amis encuentra y analiza comportamientos negativos, la tendencia a ser víctima de cada estudiante y los niveles de conflictividad para ayudar a los maestros y orientadores a crear mecanismos de prevención, protección, detección temprana y denuncia de conductas que afecten el bienestar de los estudiantes, a través de algunos cuestionarios de personalidad y las denuncias anónimas que se conectan en una red neuronal». Colombia es el país «donde 1 de cada 5 niños es víctima de agresión verbal y psicológica; y, 1 de cada 3 es víctima de agresiones físicas. El 60% de los problemas de convivencia escolar son desconocidos por los padres y maestros ya que los niños no denuncian por miedo a recibir más agresiones.»
Entonces, en esta línea estamos claros: la evolución tecnológica sí puede suponer una contribución a la evolución humana. Sin embargo, nótense las palabras acentuadas en negrita en el párrafo precedente: «el buen manejo de la Data». ¿Será que es aquí donde se encuentra el punto de quiebre -o de cuidado- ante la vorágine de los avances tecnológicos (siendo el Metaverso de Mark un buen ejemplo de esta vorágine)?
Francamente, en mi visión como en la de muchos otros que analizamos temas de innovación, bienestar e impacto social, aquel punto de quiebre o de cuidado está precisamente en… la ética, y en el equilibrio. ¿Será que Mark los ha considerado? o ¿será hora de presionar en Latinoamérica sobre el delicado tema de «derechos mentales» siguiendo el ejemplo del viejo continente?
La experiencia de usuaria
Soy una expatriada nómada desde hace quince años. Si hablo de lo que Facebook y otras redes sociales han significado en mi vida, resaltaría que, en mi caso personal Facebook me ha permitido reconectar incluso con compañeras y amigas con quienes cursé el “Kindergarden” y no volví a ver en casi tres décadas. También me ha permitido estar cerca -en la distancia- de mi familia, amigos y conocidos dispersos en tantas partes del mundo. Me ha permitido estrechar lazos con todos ellos, sobre todo, cuando esto ha implicado hacer el salto debido de lo «online» a lo «offline», es decir, viviendo conexiones reales. También en muchas ocasiones me brindó información relevante para mí y me ha mantenido actualizada en temas que me interesaban.
Otros dirán que a través de Facebook han llegado a conocer a más personas con los mismos intereses que ellos, mejorar sus habilidades sociales digitales y garantizar su lugar en algunos círculos sociales.
Sin embargo…
Detrás de Facebook e Instagram, también hay un fuerte debate en torno a la adicción y sus consecuencias. Psicólogos, psiquiatras y expertos, incluso de Silicon Valley, han atribuido y alertado sobre el uso y exposición exagerados a las redes sociales con efectos manifestados como en cualquier otra adicción: ansiedad, dependencia, irritabilidad, falta de autocontrol, depresión y hasta suicidio.
“Los jóvenes que pasan más de dos horas al día en redes sociales como Facebook, Twitter o Instagram son más propensos a sufrir problemas de salud mental, sobre todo angustia y síntomas de ansiedad y depresión”, indica la firma Iberdrola citando un estudio realizado por la Chicago Booth School of Business. Este estudio señalaba hace ya varios años que «Facebook, Twitter y otras redes sociales tienen una capacidad de adicción mayor que la del tabaco o el alcohol porque, entre otras cosas, acceder a ellas es sencillo y gratuito».
No por nada es conocido que en Silicon Valley, mientras los padres y madres -gurús digitales- crean las aplicaciones y dispositivos vanguardistas que el resto del mundo consume y usa diariamente, sus hijos e hijas asisten a escuelas y colegios sin pantallas. “No hay computadoras, ni tablets, ni teléfonos móviles hasta la secundaria. Ni siquiera calculadoras, sino sencillos ábacos de madera”, como relata el periodista Pablo Guimón para Ecoosfera.
Según Iberdrola, «lo cierto es que, a juicio de muchos expertos, el uso de las redes sociales —aplicaciones de mensajería instantánea incluidas— puede generar serias adicciones con sus consiguientes consecuencias: irritabilidad, aislamiento, alejamiento de la vida real y de las relaciones familiares, pérdida de control, entre otras”.
La ausencia de equilibrio, es decir, la ausencia de bienestar y de salud física, mental, espiritual y relacional y “la bola de nieve”
“Una adicción es una dependencia de sustancias o actividades nocivas para la salud o el equilibrio psíquico. Entre esas actividades están, por ejemplo, el uso de videojuegos, catalogado ya como enfermedad por la Organización Mundial de la Salud (OMS)—, el trabajo compulsivo, el juego on y offline y para muchos, también, la utilización excesiva de redes sociales que, por cierto, cuentan ya con más de 3.000 millones de usuarios activos en el mundo.»
Finalmente, hablemos de Facebook y el grupo GAFA
Para quienes no están familiarizados, el acrónimo GAFA es un término mayormente propagado en Europa (el equivalente en inglés sería The Big Four). Se refiere a las cuatro empresas de tecnología más poderosas del mundo, «los cuatro grandes, los gigantes de internet, el imperialismo digital en su máxima expresión y los cuales forman parte de nuestra vida diaria». En efecto, hablamos de Google, Apple, Facebook y Amazon.
Las cuatro juntas, sumadas, equivalen al PIB de Francia.
No es de sorprenderse. Mucho se sabe del enorme poder económico que estos gigantes tecnológicos tienen, lo que las hace aún más poderosas inclusive más que algunos países.
¿Entonces?
Como dice mi gran amigo y colega, Dr. Christian Meniw, experto en Industria 5.0., «mientras más inteligencia artificial y demás tecnologías futuristas haya en nuestras vidas, más tenemos que conectarnos con lo que nos hace humanos».
Christian Meniw se refiere a nuestra esencia. Se refiere a potenciar nuestras habilidades «blandas» (en mi opinión, mal llamadas «blandas», porque son las habilidades fundamentales para una convivencia armónica con nosotros mismos, con los demás y con el mundo en el que vivimos).
¿Cómo hacerlo?
Ante todo, no entrar a ciegas en la espiral de la «novedad». Soy de las que están convencidas de que como en cualquier otra cosa en la vida, «hay que conocer a fondo para apreciar mejor». Investigar, estudiar, conocer, profundizar, discernir entre pros y contras, entre riesgos y oportunidades, entre beneficios y serios peligros de las nuevas tecnologías y lo que abarcan.
El alfabetismo digital nos ayuda a estar conscientemente preparados para tomar decisiones momento a momento respecto a un uso, consumo y fomento más responsable de la tecnología. El bienestar digital, por su parte, nos motiva a utilizar la tecnología con sentido de propósito y autocontrol. Perdernos de vista en alfabetismo digital y bienestar digital implicaría alejarse del «humanismo» dejándose llevar ciegamente por «la dosis de heroína» de la que neurocientíficos alertan a los padres y madres que permiten que sus niños estén enganchados al mundo virtual mucho más del tiempo recomendado (hasta los 17 años): no más de 30 minutos por día.
En conclusión, esto es un llamado a una toma de consciencia. A entrenar y cultivar la atención plena en el mundo y en la vida real-real. Es de aquí de donde brota la preciosa fuente de la empatía, la compasión, la solidaridad y la colaboración, el pensamiento crítico, así como la motivación y capacidad de crear soluciones resilientes e innovadoras que beneficien a toda la sociedad, sobre todo, a los más vulnerables.
Que el asombro y la adrenalina que lo que Meta y el «Metaverso» implican e implicarán NO nos sobrepase.
Ana Daniela Chávez Espinosa
IMPACTO SOCIAL E INNOVACIÓN
1 comentario
Asi es Dani, hay una autopista de la tecnologia que sigue su propia agenda, sin considerar a quien deja atraz o quien puede dañar. Y la tarea de cuidar a los mas pequeños esta siendo cada vez mas un reto mayor y solitaria.