EL CANTO DE LAS SIRENAS. LOS HÁBITOS: CONSTRUCTORES Y COMPAÑEROS DE NUESTRAS VIDAS.

 “Nunca cambiarás tu vida hasta que cambies algo que haces a diario. El secreto de tu éxito se encuentra en tu rutina diaria”

John C. Maxwell

 

Estamos finalizando el primer mes del nuevo año y tenemos miras a mejorar nuestra vida, con nuevos propósitos, metas e ilusiones y para poder llevarlos a cabo necesitamos hacer cambios en nuestros hábitos.

 

“El origen del hábito halla su fundamento en la plasticidad de la naturaleza física, psíquica y espiritual del hombre, ordenada en su obrar, a la consecución de algún bien, a la realización de algún interés, en medida cada vez más satisfactoria, con un carácter práctico más inmediato y menos costoso de tiempo y energía” este párrafo tomado del Diccionario de Espiritualidad de Ermanno Ancilli, es interesante porque hace referencia a la “plasticidad” presente en nuestra naturaleza, para poder cambiar, transformarnos y trascender.

El hábito

El hábito, esa conducta que repetimos muchas veces hasta que forma parte de nuestra actividad cotidiana y, que luego de un tiempo se vuelve automática. Entonces, hábito y plasticidad van de la mano ya que, cuantas veces queramos cambiar una conducta, ambos estarán presentes.

 

La plasticidad es la capacidad del sistema nervioso para cambiar, y puede manifestarse de cuatro formas: la primera a lo que se llama neurogénesis, que es cuando se crean nuevas neuronas en determinadas partes del cerebro (con hábitos relacionados con el ejercicio, el descanso, la alimentación y el aprendizaje); la segunda, cuando se crean nuevas conexiones neuronales (al crear un nuevo hábito); la tercera, cuando se refuerzan conexiones neuronales (para fortalecer un hábito ya creado); y por último, cuando queremos debilitar conexiones neuronales (al dejar de realizar la conducta, el hábito).

 

Haciendo una analogía, cuando tenemos un hábito ya establecido automático, durante el tiempo que lo hemos practicado y practicado, fue haciendo una gran carretera (conexión neuronal en el cerebro) fuimos ensanchándola, le pusimos alumbrado, camellón y está pavimentada, pero resulta que ya no está aportando a nuestros intereses y bienestar, entonces queremos cambiar, no es fácil, estamos anclados, pero con esfuerzo decidimos empezar a cortar maleza en otra zona (nueva conexión neuronal) poco a poco empezamos a transitarla y al principio vamos aplanando el camino, pondremos grava quizá para mayor movilidad, pero al repetir y repetir el paso terminará como la anterior, con alumbrado y camellón, y la que ya no se usa terminará con el tiempo llenándose de maleza. El cerebro no sabe olvidar, por tanto, lo que se debe hacer es sustituir, como este ejemplo del camino.

 

Entonces, tenemos lo necesario para obtener los resultados que deseamos. Estos resultados son indicadores de nuestros hábitos, por ejemplo: tu peso actual es un indicador reactivo de tus hábitos alimenticios, tu conocimiento es un indicador reactivo de tus hábitos de estudio, el aspecto de tu casa es un indicador reactivo de tus hábitos de orden y limpieza. Hacer conciencia y preguntarnos qué queremos cambiar, reforzar o dejar de hacer y así elegir el camino de los hábitos adecuado para realizarlo.

 

James Clear en su libro El sorprendente poder de los hábitos atómicos habla de considerar hábitos tan pequeños como una partícula y tan poderosos como un tsunami, de poco a poco, es mejor hacer un 1% que no hacer nada, entonces los pequeños cambios van haciendo la gran diferencia. El autor, nos invita a hacer atractivo, sencillo y satisfactorio el hábito, para reforzarlo o continuarlo y, de manera contraria, para deshacernos de los hábitos que no están aportando, hacerlos no atractivos, complicados e insatisfactorios para alejarnos de ellos.

 

Hay que preguntarnos ¿Esta conducta me ayuda a convertirme en la persona que quiero llegar a ser? ¿Este hábito es un punto a favor o en contra de mi identidad deseada? Tratar de cambiar de adentro hacia afuera cuando los hábitos estarán dirigidos a quien queremos llegar a ser. Cuando se trata de cumplir un meta, llegar a un resultado, en algo que queremos lograr, el hábito normalmente es de afuera hacia adentro. Es solo cuál es nuestra decisión.

  

En el canto XII de la Odisea, la diosa Circe acoge a Ulises y a sus hombres tras su vuelta del Hades, les advierte de los peligros que tendrán que arrastrar en el camino de Ítaca, la primera de ellas la Isla de las Sirenas.

 

“Tendréis que pasar cerca de las sirenas que encantan a cuantos hombres se les acercan. ¡Loco será quien se detenga a escuchar sus cánticos pues nunca festejarán su mujer y sus hijos su regreso al hogar! Pasa sin detenerte después de taponar con blanda cera las orejas de tus compañeros ¡que ni uno solo las oiga! Tú solo podrás oírlas si quieres, pero con los pies y las manos atados y en pie sobre la carlinga, hazte amarrar al mástil para saborear el placer de oír su canción” Al notar las Sirenas la presencia de la embarcación, entonan su sonoro canto preludiando con tentadoras palabras “…Detén tu nave y ven a escuchar nuestras voces”.

En esta historia Ulises hace caso de las instrucciones de la diosa Circe y regresan a su hogar. Así nos enfrentamos a las tentaciones de los hábitos como escuchar las voces de las sirenas, pero sujetándonos al mástil de nuestros propósitos, fortalezas y al amor por la vida buena podemos llegar muy lejos.

 

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LESVIA E. VARGAS

BIENESTAR SOCIAL