Sin el más mínimo aviso, su vida se transformó en su muerte.

El ciclo de la vida. Lleno de previstos e imprevistos. Lleno de amor y desamor. Lleno de belleza y desolación.

 

Tras su muerte, un desfile. Poco a poco, más y más personas mostraban su tristeza y su dolor por la pérdida.

Salían por doquier, de forma inesperada.

 

Muchas no se conocían entre ellas. Así y todo, sentían un lazo muy estrecho que antes no sabían que existía. Era el amor y apreciación por este ser tan especial.

 

Y se creó un espacio.

Para compartir historias pasadas.

Para compartir mucho agradecimiento.

Para darse cuenta de cuánto sumaba Jacques a sus vidas.

 

Y con el corazón roto, me paro.

Me paro porque lo necesito.

También me paro porque quiero que esta pérdida, que no puedo revertir de ninguna forma, me ayude a seguir contribuyendo y a seguir aprendiendo a vivir.

 

Pienso en las palabras que me quedaron por compartir con Jacques.

Pienso en la inmensidad de palabras y agradecimientos de corazón compartidos tras su muerte. Muchos de ellos probablemente nunca fueron compartidos en vida.

 

Y aquí me paro en seco. “¡Cuánto valor! ¡Cuánto amor hay en nuestras relaciones que no se manifiesta con esta belleza!”

 

Sé que muchas cosas las sentimos, que no hay necesidad de ponerle palabra a toooodo.

 

Mi invitación no es hacerlo con todo, ¡es hacerlo (mucho) más  que hoy!

 

No es nada fácil. Requiere esfuerzo, requiere salir de la zona de comfort. Y es que no hemos aprendido a expresar lo que pasa en nosotros detrás de un gracias o de un ‘estar a gusto’. Hay tanto por dentro! De muchos colores y formas, pero no estamos entrenados para saber ponerle nombre… ¡TODAVÍA NO!

 

Es una habilidad como cualquier otra. Elige tú la forma con la que estés más cómodo. Si no es viva voz, podría ser una notita.

 

También suele funcionar eso de planear un momento a la semana o al mes, para dar y recibir. Yo suelo tener un momento a la semana con mi pareja que genera una energía difícilmente descriptible.

 

Y no dejemos atrás nuestro círculo en el trabajo. Esta práctica es también clave en relaciones que a menudo clasificamos como profesionales. Las clasificaciones destrozan la vida y la energía que hay en nosotros.

 

Os invito a deshaceros de “lo que puede o debe ser”. Os invito a regalar palabras más a menudo, de esas que salen del corazón.

 

Porque lo bueno, cuando lo apreciamos, SE APRECIA : ¡¡¡aumenta su valor!!!