LA CONFIANZA: EL ALMA QUE MUEVE A LAS PERSONAS

La confianza es el alma que mueve a las personas a desplegar lo mejor de sí mismas. 

La confianza: el alma que mueve a las personas

Aun cuando suene repetitivo, no se puede dejar de resaltar que el mundo del trabajo continúa atravesando un cambio de paradigma como pocas veces lo ha hecho. La pandemia del Covid-19 evidenció que mucho es posible a través de la evolución digital y la automatización. Sin embargo, sigue quedando en mayor evidencia que la transformación digital no pasa sola ni precisamente por la tecnología, sino por las personas, y esto implica en fondo y forma, un cambio de mentalidad, una transformación cultural, un rescate de lo esencial.

Hablar de la gestión de un equipo en Era Digital no se refiere únicamente a qué tipo de tecnologías de información y comunicación, o de análisis y toma de decisiones se tiene o se adquirirá -entre otras- frente a los nuevos desafíos del mercado laboral y del mundo en general. Se refiere, sobre todo, a reflexionar y actuar en consecuencia, sobre cuán listos están los equipos de trabajo, las personas, los líderes, los colaboradores; cuán dispuestos y preparados se sienten para superar desde los más simples hasta los más complejos retos de un presente y futuro donde la incertidumbre sigue vigente.

Ciertamente el nuevo escenario laboral requiere a nivel de individuo y de organizaciones una mentalidad «agile» y habilidades como innovación, creatividad, reinvención, reaprendizaje, pensamiento crítico, de solución de problemas, colaboración, sinergia y un liderazgo más humano, redárquico y con propósito. No obstante, sin el elemento “confianza” poco o nada se puede hacer y lograr. 

La confianza es el alma que mueve a las personas a desplegar lo mejor de sí mismas. 

Me refiero a la confianza en el equipo, en la organización de la que formamos parte, la confianza en su visión, en el grupo humano al que pertenecemos, en nuestros círculos profesionales, sociales y familiares; en nuestros líderes o referentes; en nuestros socios y aliados; en nuestros clientes o beneficiarios y, sustancialmente, la confianza en nosotros mismos.

¿Cómo aprendemos a desarrollar la confianza?

Aprender a desarrollarla es crítico. Convertirla en un eje transversal de cualquier proyecto o plan sea personal, educativo, social u organizacional, permite además que los resultados tangibles e intangibles que se esperan de tal proyecto sean una consecuencia natural de los esfuerzos alineados y las decisiones estratégicamente tomadas por sus actores. 

Vincular el desarrollo de la confianza con la estrategia general de operación o de negocio se traduce también en convertir a sus líderes en líderes conscientes que construyen una cultura fuerte, visionaria y sostenible de liderazgo inclusivo, de servicio en las organizaciones y en la sociedad.

La confianza como propulsora de la seguridad psicológica y del bienestar emocional y social

Para el Centro de Investigación en Valores de la Fundación Tomás Pascual (CIVSEM), la confianza “es el gran motor de la acción y del potencial transformador del ser humano”. 

Poderes de la confizanza.

Y es que la confianza nos da un poder más allá de lo inimaginable. En nuestros entornos familiares, por ejemplo, en lugar de subestimar las ideas de nuestros hijos cuando nuestro ego de padres «expertos» sale a flote, confiar más en ellos les da el poder de confiar en sí mismos y a la vez confiar en los demás. Aquí es donde se forja la confianza del presente y del futuro. Esta confianza que es crucial en el mundo colaborativo que debemos reinventar en unidad.

Fomentar la confianza es permitir y generar conversaciones virtuosas, abrir espacios de colaboración y aprendizaje mutuo continuo, redefinir principios de relacionamiento e impulsar cambios y mejoras sin temor. Es decir, en un ambiente de seguridad psicológica a todo nivel.

Paul Zak, neuroeconomista estadounidense, sostiene que quienes tienen niveles altos de oxitocina (conocida como la hormona de la sociabilidad y la confianza) producen más empatía en los demás, lo cual hace que se genere suficiente confianza incluso para cerrar negocios. Zak estudió además las diferencias entre organizaciones de alta confianza y organizaciones de baja confianza. Los empleados de organizaciones de alta confianza informaron:

  • 40% menos de agotamiento.
  • 66% más de cercanía con los compañeros.
  • 106% más de energía.
  • 70% más de alineación con el propósito de la empresa.
  • Compensación 17% más alta que sus pares en empresas de baja confianza.

«Todo esto conduce a mejores resultados para la organización y mejor calidad de vida para las personas», como manifiesta Joanna Danger, Coach Certificada y Facilitadora en Zenger Folkman.

En otras palabras, para florecer, para poder desplegar lo mejor de nosotros, niños, jóvenes y adultos requerimos de confianza. Aquella que nace y se fortalece en espacios con seguridad psicológica. Entornos de opresión donde la prepotencia marca la pauta, donde se coarta la libertad y la dignidad de las personas, donde se genera temor a ser, a hacer, a decir, a pensar distinto, a equivocarse, llevan a la muerte lenta de la confianza en uno mismo, de la confianza en los otros, en el equipo y más, de la confianza en el porvenir.  

Por ello, como bien decía mi profesor Antonio Moya, generar confianza es primordial porque al igual que sucede con la reputación, la confianza es frágil. Es decir, puede perder valor con cualquier descuido.  Caben, entonces, las preguntas: ¿cómo son tus entornos? ¿eres un generador de confianza, de seguridad psicológica, de bienestar socioemocional?  Mira esta lista que Antonio Moya nos comparte sobre actitudes concretas en el día a día que ayudan a crear confianza:

  1. Decir a los demás qué se espera de ellos (conocer expectativas evita frustración y resentimiento). 
  2. Dar ejemplo (coherencia). 
  3. Ser accesible (disponible cuando me necesitan). 
  4. Desarrollar relaciones ganar-ganar-ganar. 
  5. Asumir riesgos por los demás, compartir el error del otro. 
  6. Reconocer los méritos del equipo (hay cosas que unen más que compartir los éxitos). 
  7. Depositar confianza (delegación y back-ups).
  8. Tener humildad (la vulnerabilidad une y acerca). 
  9. Ser generoso (tener paciencia con el ritmo de cada uno). 
  10. Ser equitativo (claridad y transparencia). 
  11. Ofrecerse sin pedir nada a cambio (espontaneidad y compromiso). 
  12. Respeto por el tiempo de los demás (duración de las reuniones, por ejemplo). 
  13. Transmitir seguridad (valorar los riesgos y reaccionar proporcionalmente). 
  14. Actuar con empatía (lo que te pasa a ti, también me puede pasar a mí). 15. Crear proximidad con las personas (cercanía, calidez, confidencialidad).
  15. Feedback y feedforward de aspectos positivos y negativos (generar un espacio seguro para aprender).

Aunque la confianza es un activo social y se percibe intuitivamente, existen herramientas tecnológicas que nos ayudan a medirla y gestionarla en equipos y organizaciones. Acércate a SÜMASET y consulta todos los talleres, formaciones y proyectos que podemos hacer por ti y tu organización para que la confianza sea el pilar de tu estrategia de bienestar. Llámanos al +34 628 71 80 31 y te ayudamos, o escríbenos a hola@sumaset.com.

Ana Daniela Chávez E.

Impacto social e Innovación

3 comentarios

  1. Muy buen aporte, se requiere enfrentar la nueva realidad con paciencia, y también la autoconfianza y el autoconocimiento para aceptar la ayuda de los otros y aprender aspectos positivos de los otros también son clave para aportar a los equipos de trabajo, y preguntarnos como lideres o seguidores, que tan preparado estoy para aportar ahora?

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