BIENESTAR Y RESILIENCIA 

Cuando hablamos de bienestar, hablamos de algunas características, factores y hábitos que conducen a cultivarlo. La resiliencia es una de ellas. De hecho, resiliencia se ha convertido en una palabra de uso común. A raíz de la pandemia y sus consecuencias aún latentes, la escuchamos casi a diario, pero ¿qué es resiliencia?

Entendiendo la resiliencia

La palabra RESILIENCIA viene del latín resiliens; formada por el verbo resilīre, se traduce como ‘saltar hacia atrás, rebotar’, ‘replegarse’. La Real Academia Española (RAE) la define como:

  1. La «capacidad de adaptación de un ser vivo frente a un agente perturbador o un estado o situación adversos»; y
  2. La «capacidad de un material, mecanismo o sistema para recuperar su estado inicial cuando ha cesado la perturbación a la que había estado sometido».

En otras palabras, la resiliencia viene a ser la capacidad de afrontar y superar situaciones adversas o desafiantes.

«Te haces polvo o te pules como un diamante»

Tantos eventos complicados y cambios experimentados por las personas a nivel general en el mundo entero, sobre todo a nivel emocional, acentuados a raíz de la pandemia y por conflictos bélicos o problemas de orden político, económico y social, han vuelto a la resiliencia una cualidad estratégica clave en personas, equipos, organizaciones y comunidades, por su impacto directo en la salud mental y el bienestar personal y colectivo.

Y tal como lo revisamos, la resiliencia es esa virtud que nos permite recuperarnos, no solo de situaciones adversas extremas, sino también de los desafíos que la vida nos presenta a diario sin comprometer nuestra salud física y mental y nuestro bienestar.

Resiliencia: un medio para la innovación personal y social

Cuando nuestra vida ha estado o está envuelta en una rueda de incertidumbre, perturbaciones y/o cambios constantes e incluso, cuando en nuestra rutina ‘creemos’ sentirnos bastante bien por gozar de días sin mayores alteraciones, es necesario traer a colación a nuestra amiga la resiliencia.

Varios estudios científicos están demostrando que ser una persona capaz de recuperarse y adaptarse rápidamente a los eventos adversos o constantemente cambiantes, mejora sustancialmente nuestro aprendizaje, motivación, capacidad de reinvención e innovación, rendimiento y crecimiento personal y profesional. 

La firma BetterUp, por ejemplo, encontró que los trabajadores más resilientes tienen casi un 20% más habilidades para adaptar su comportamiento y pensamiento respecto a su entorno en comparación con aquellos que no lo son.

«Siempre he sido una persona positiva, pero esta vez siento que no logro ser resiliente.”

Estamos claros que la vida es una caja de pandora. Hay muchas cosas que podemos planificar, gestionar, pero creer que podemos «controlar» todo es prácticamente utópico. En este sentido, habrá eventos, situaciones y cambios que por más experiencia de vida que nos jactemos tener, tarde o temprano nos sacudirán cual catástrofe natural con implicancias típicamente inesperadas. Entonces, sentimos que se nos viene el mundo abajo. Nos sentimos perdidos, desorientados, perturbados. Y mientras el mundo a nuestro alrededor nos dice una y otra vez que lo que nos hace falta es «ser resilientes», peor nos sentimos.

 

¿Cómo recupero mi capacidad de ser resiliente?

La resiliencia por suerte es algo que se puede aprender… y también RE-APRENDER.

Lo primero es darse cuenta. Fíjate que tal como lo dice la definición de la RAE, la resiliencia requiere de «rebotar» de la situación que la demanda. Es decir, no intentes evadir esa situación que te exige ser resiliente forzándote a estar positivo cuando en realidad te sientes cada vez peor, porque lo único que estarás haciendo es anulando «la razón de existir» de tu resiliencia, su cuna, su origen. Es necesario «darle su lugar» a la situación que nos desafía. Honrarla. Respetarla. Abrazarla. Y honrarnos a nosotros mismos.

En este sentido, si crees que nunca has sido una persona resiliente o que, si alguna vez te sentiste serlo, pero que al parecer perdiste tu capacidad de ser resiliente, déjame decirte que estás a tiempo de «desempolvarla» de las profundidades de tu ser interior. Para lograrlo, empieza por decirte a ti mismo que «está bien no estar bien», tal como lo recomienda la experta investigadora y psicóloga de Harvard, Dra. Susan David.

Seguidamente, y ahora que le has dado su lugar a aquello que te presiona o angustia, reconociendo y aceptando que no te sientes del todo bien como quisieras, es hora de «buscarle la vuelta» a la resiliencia, de la misma manera como funciona «la búsqueda de la felicidad», es decir, de manera indirecta.

A continuación, te doy unas claves que personalmente me han ayudado a convertirme poco a poco en una persona resiliente. Quizás una o todas podrían venirte bien:

  1. Agradece. Siempre agradece. Por más dura o complicada que sea la situación que estés atravesando, agradécela. El agradecimiento es mágico. El agradecimiento es poderoso. Hacerlo nos ayuda a abrir la mente, expandir el pensamiento, clarificarnos las ideas, encontrar la luz en medio de las tinieblas de nuestra mente. Nos ayuda a recuperarnos. A reencontrarnos con nuestras propias «capa y espada».
  2. Cultiva el «una cosa a la vez» y el «un día a la vez». La situación que te reta, asimismo te desborda. Implica tantas cosas que hacer y no sabes cómo hacerles frente, ni siquiera por dónde empezar. Calma. Obsérvate. Observa tu cuerpo. Observa cuán tenso se pone. Respira profundo, inflando y desinflando tu abdomen. Tu mente no es multitasking (multitarea). Cuando la conectas con «el millón de cosas que tienes que hacer», consume demasiada energía que al final del día sólo te ha desgastado más y te ha hecho sentir peor. Piensa: «una cosa a la vez», y te estarás ayudando a ti mismo a encontrar las prioridades que atender «un día a la vez».
  3. Sonríe. Así como el agradecimiento, sonreír también conlleva magia. Cuando más tenso y menos resiliente te sientas, sonríe. La sonrisa nos ayuda a relajar nuestro cuerpo. Es más, ríete. Ríete de ti mismo. Ríete de tus errores. La risa nos ayuda a aprender mejor nuestras lecciones (no solo las de la escuela, universidad o trabajo, sino también las de la vida).
  4. Avanza con una mente en cero. Aleja de tu pensamiento cualquier estereotipo o juicio pre-concebido que tengas sobre ese algo, ese alguien, o sobre ti mismo. Si quieres darle lugar a los nuevos aprendizajes que la vida intenta darte con la situación o situaciones que te están desafiando, entonces dales espacio «en tu mochila», dejando a un lado aquel pensamiento o «modo de ver» que tú bien sabes que está estorbándote.
  5. Alégrate de tus pequeños logros. Son el camino de salud emocional que estás construyendo paso a paso. Recuerda que, si cultivas los hábitos del bienestar, harás del bienestar un hábito, y dentro de los hábitos del bienestar, puedes entrenar y reentrenar el hábito de la resiliencia a partir -inclusive- de los más simples problemas o circunstancias de cada día.

Por último, en SÜMASET entendemos que el bienestar de las personas depende de su salud emocional, mental y física y que bienestar personal se traduce en bienestar colectivo e impacto positivo en la sociedad. Por eso trabajamos para ofrecerte el mejor servicio para ti y tu organización en materia de bienestar. Consulta todos los talleres, formaciones y proyectos que podemos hacer por ti. Llámanos al +34 628 71 80 31 y te ayudamos, o escríbenos a hola@sumaset.com.

Ana Daniela Chávez

IMPACTO SOCIAL E INNOVACIÓN